Columna publicada en La Tercera, el 28 de abril de 2013. Ver publicación original.
Ha habido gran preocupación en el país por el descenso del precio del cobre, el que llegó cerca de los US$ 3 por libra. Nos habíamos acostumbrado a que el precio fuese US$ 3,5 o más por libra, y muchos pensaban que el crecimiento de China seguiría indefinidamente. ¿Será esto así?
Un amplio grupo de expertos nacionales e internacionales en el precio del cobre y otros commodities minerales y agrícolas venía debatiendo cuánto podría durar este auge o superciclo, que comenzó a fines de 2003 y que continúa hasta ahora con la interrupción de un año provocada por la gran crisis financiera de 2008. No hay opinión unánime al respecto.
Algunos, incluso, creen que China está más allá de los ciclos económicos. La evidencia muestra lo contrario. Este país usa cada año más del 40% de los commodities minerales producidos en el mundo, incluidos el petróleo, el cobre, el aluminio y el hierro, entre otros. De hecho, más del 80% del aumento del uso o consumo anual de estos materiales a nivel global ocurre en China.
Con la crisis financiera de 2008 los otros gigantes económicos, Estados Unidos y Europa, quedaron fuertemente afectados y no han podido repuntar su crecimiento. Por ello, la política económica china se ajustó para basar su expansión predominantemente en el consumo interno en vez de sus exportaciones industriales. Y lo logró exitosamente después de 2008 hasta la fecha. Pero esta es una transición compleja, que ningún país en la historia ha logrado en un período de tiempo tan corto.
China había venido creciendo por más de una década a tasas cercanas al 10% anual, incluso después de 2008. Pero en 2012 redujo su tasa de crecimiento a 7,8%, y el primer trimestre de 2013 los resultados no fueron auspiciosos.
Un repunte económico de Estados Unidos o Europa podría impulsar el crecimiento de China a dos cifras nuevamente, con lo que el precio del cobre se elevaría por sobre los US$ 4.
Es incierto que las expectativas de alto crecimiento que se proyectan para China se cumplan. Si a ello se añade que la producción de cobre mundial aumentará considerablemente entre 2015 y 2016, es posible que ello se traduzca en un descenso importante del precio del cobre, lo que podría constituir el fin del superciclo. Por ello, es clave comprender que la riqueza que tenemos es temporal; el país está rico, pero aún no lo es.
Pero en los próximos años ello es incierto para Estados Unidos e improbable para Europa. Entonces, por ahora, el precio depende casi totalmente de lo que pase en la economía china.
Las proyecciones sobre crecimiento que se hacen en el mundo, país por país, son positivas para China en los próximos cinco años. Sin embargo, este gigante no puede abstraerse de un principio básico: mientras mayor es el ingreso per cápita, menor es el crecimiento económico. Todos los países del mundo experimentaron esto en su camino al desarrollo, incluyendo Estados Unidos, Alemania, Japón, Corea del Sur, Chile y muchos otros.
En el caso de China, ello no debería ser distinto. Sus remuneraciones fiscales urbanas han estado aumentando más de un 10% anual real por año, y ello impactará crecientemente sus exportaciones, así como su economía interna. Antes de 2020 China tendrá un ingreso per cápita parecido al que Chile tenía en 2010. Por ello, es altamente incierto que las expectativas de alto crecimiento económico que se proyectan para este gigante hasta fines de esta década se cumplan.
Si a ello le añadimos que la producción de cobre mundial aumentará considerablemente en 2015 y 2016, es posible que ello se traduzca en un descenso importante del precio del cobre, lo que podría constituir el fin del superciclo. Esto traería consecuencias económicas muy importantes para Chile.
El superciclo comenzado a fines del 2003 fue como sacarnos la lotería. Los impuestos de la minería chilena privada recaudados por el Fisco subieron desde US$ 49 millones en 2002 a US$ 6.200 millones en 2007, mientras que los excedentes de Codelco subieron desde US$ 326 millones a US$ 7.900 millones en el mismo período. A su vez, bajó el desempleo desde 9,8 a 7,1%, y subieron el Ipsa, los resultados de las AFP, la inversión y el crecimiento económico en general.
El país aumentó fuertemente el gasto y, a la vez, comenzó a ahorrar una parte de los ingresos del cobre en el nuevamente creado Fondo de Estabilización Económico Social, el que acumuló hasta un 10% del PIB antes de la crisis de 2008.
Los chilenos empezaron a creer que el país era rico, especialmente cuando les llegó la plata del cobre en 2009, en la forma de bonos, seguros de desempleo, mejores pensiones y mayor acceso al consumo de bienes nacionales y de importación. Qué mejor expresión de percepción de riqueza que las consignas de las manifestaciones estudiantiles de 2011 “educación gratis ahora”.
La recaudación fiscal efectiva a partir del cobre no alcanzó nunca más los niveles de 2006 y 2007. De hecho, en 2012 fue muy inferior a lo fijado en la Ley de Presupuesto.
De mantenerse el precio en los niveles esperados, cercano a los US$ 3,5 por libra para 2013 y 2014, el aporte al Fisco será entre 35 y 40% menor que en 2007, cuando alcanzó un máximo. Ello debido a la escalada de costos que ha sufrido la minería mundial, y que en Chile ha sido mayor debido a las alzas salariales de los trabajadores de la minería y al aumento del precio de la energía. Es improbable que la minería chilena reduzca sustancialmente sus costos durante el superciclo debido a las altas expectativas de los chilenos y por la inflación del valor de los suministros.
Por ello, es clave que comprendamos que la riqueza que tenemos es temporal, que el país está rico, pero no lo es aún, porque el superciclo no es permanente. Por ello, hay que bajar las expectativas de gasto en los próximos años, no sólo porque los ingresos generados por el cobre han bajado, sino por la incertidumbre sobre la duración del superciclo.
Finalmente, hay que aprovechar a fondo el superciclo, avanzando hacia el desarrollo, sin olvidar que si bien el cobre nos puede ayudar para acercarnos más rápido hacia esta meta, el verdadero desarrollo existirá cuando dependamos sólo de nosotros mismos para sustentar una alta calidad de vida. Ahí seremos verdaderamente ricos.
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Ha habido gran preocupación en el país por el descenso del precio del cobre, el que llegó cerca de los US$ 3 por libra. Nos habíamos acostumbrado a que el precio fuese US$ 3,5 o más por libra, y muchos pensaban que el crecimiento de China seguiría indefinidamente. ¿Será esto así?
Un amplio grupo de expertos nacionales e internacionales en el precio del cobre y otros commodities minerales y agrícolas venía debatiendo cuánto podría durar este auge o superciclo, que comenzó a fines de 2003 y que continúa hasta ahora con la interrupción de un año provocada por la gran crisis financiera de 2008. No hay opinión unánime al respecto.
Algunos, incluso, creen que China está más allá de los ciclos económicos. La evidencia muestra lo contrario. Este país usa cada año más del 40% de los commodities minerales producidos en el mundo, incluidos el petróleo, el cobre, el aluminio y el hierro, entre otros. De hecho, más del 80% del aumento del uso o consumo anual de estos materiales a nivel global ocurre en China.
Con la crisis financiera de 2008 los otros gigantes económicos, Estados Unidos y Europa, quedaron fuertemente afectados y no han podido repuntar su crecimiento. Por ello, la política económica china se ajustó para basar su expansión predominantemente en el consumo interno en vez de sus exportaciones industriales. Y lo logró exitosamente después de 2008 hasta la fecha. Pero esta es una transición compleja, que ningún país en la historia ha logrado en un período de tiempo tan corto.
China había venido creciendo por más de una década a tasas cercanas al 10% anual, incluso después de 2008. Pero en 2012 redujo su tasa de crecimiento a 7,8%, y el primer trimestre de 2013 los resultados no fueron auspiciosos.
Un repunte económico de Estados Unidos o Europa podría impulsar el crecimiento de China a dos cifras nuevamente, con lo que el precio del cobre se elevaría por sobre los US$ 4.
Es incierto que las expectativas de alto crecimiento que se proyectan para China se cumplan. Si a ello se añade que la producción de cobre mundial aumentará considerablemente entre 2015 y 2016, es posible que ello se traduzca en un descenso importante del precio del cobre, lo que podría constituir el fin del superciclo. Por ello, es clave comprender que la riqueza que tenemos es temporal; el país está rico, pero aún no lo es.
Pero en los próximos años ello es incierto para Estados Unidos e improbable para Europa. Entonces, por ahora, el precio depende casi totalmente de lo que pase en la economía china.
Las proyecciones sobre crecimiento que se hacen en el mundo, país por país, son positivas para China en los próximos cinco años. Sin embargo, este gigante no puede abstraerse de un principio básico: mientras mayor es el ingreso per cápita, menor es el crecimiento económico. Todos los países del mundo experimentaron esto en su camino al desarrollo, incluyendo Estados Unidos, Alemania, Japón, Corea del Sur, Chile y muchos otros.
En el caso de China, ello no debería ser distinto. Sus remuneraciones fiscales urbanas han estado aumentando más de un 10% anual real por año, y ello impactará crecientemente sus exportaciones, así como su economía interna. Antes de 2020 China tendrá un ingreso per cápita parecido al que Chile tenía en 2010. Por ello, es altamente incierto que las expectativas de alto crecimiento económico que se proyectan para este gigante hasta fines de esta década se cumplan.
Si a ello le añadimos que la producción de cobre mundial aumentará considerablemente en 2015 y 2016, es posible que ello se traduzca en un descenso importante del precio del cobre, lo que podría constituir el fin del superciclo. Esto traería consecuencias económicas muy importantes para Chile.
El superciclo comenzado a fines del 2003 fue como sacarnos la lotería. Los impuestos de la minería chilena privada recaudados por el Fisco subieron desde US$ 49 millones en 2002 a US$ 6.200 millones en 2007, mientras que los excedentes de Codelco subieron desde US$ 326 millones a US$ 7.900 millones en el mismo período. A su vez, bajó el desempleo desde 9,8 a 7,1%, y subieron el Ipsa, los resultados de las AFP, la inversión y el crecimiento económico en general.
El país aumentó fuertemente el gasto y, a la vez, comenzó a ahorrar una parte de los ingresos del cobre en el nuevamente creado Fondo de Estabilización Económico Social, el que acumuló hasta un 10% del PIB antes de la crisis de 2008.
Los chilenos empezaron a creer que el país era rico, especialmente cuando les llegó la plata del cobre en 2009, en la forma de bonos, seguros de desempleo, mejores pensiones y mayor acceso al consumo de bienes nacionales y de importación. Qué mejor expresión de percepción de riqueza que las consignas de las manifestaciones estudiantiles de 2011 “educación gratis ahora”.
La recaudación fiscal efectiva a partir del cobre no alcanzó nunca más los niveles de 2006 y 2007. De hecho, en 2012 fue muy inferior a lo fijado en la Ley de Presupuesto.
De mantenerse el precio en los niveles esperados, cercano a los US$ 3,5 por libra para 2013 y 2014, el aporte al Fisco será entre 35 y 40% menor que en 2007, cuando alcanzó un máximo. Ello debido a la escalada de costos que ha sufrido la minería mundial, y que en Chile ha sido mayor debido a las alzas salariales de los trabajadores de la minería y al aumento del precio de la energía. Es improbable que la minería chilena reduzca sustancialmente sus costos durante el superciclo debido a las altas expectativas de los chilenos y por la inflación del valor de los suministros.
Por ello, es clave que comprendamos que la riqueza que tenemos es temporal, que el país está rico, pero no lo es aún, porque el superciclo no es permanente. Por ello, hay que bajar las expectativas de gasto en los próximos años, no sólo porque los ingresos generados por el cobre han bajado, sino por la incertidumbre sobre la duración del superciclo.
Finalmente, hay que aprovechar a fondo el superciclo, avanzando hacia el desarrollo, sin olvidar que si bien el cobre nos puede ayudar para acercarnos más rápido hacia esta meta, el verdadero desarrollo existirá cuando dependamos sólo de nosotros mismos para sustentar una alta calidad de vida. Ahí seremos verdaderamente ricos.
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