Columna publicada en El Mostrador, el 23 de agosto de 2013. Ver publicación original.
Tras la decisión del Gobierno de capitalizar Codelco con acciones de una fracción de la Ex Disputada de Las Condes, se desató una creciente preocupación por el futuro de la empresa, la que requiere para reinversión cerca de cinco mil millones de dólares de sus propias utilidades en los próximos años.
Hay quienes consideran que la mejor forma de resolver el financiamiento de estas inversiones es privatizar una parte de la empresa, lo que a la vez lograría introducir agentes en su directorio que realmente velarían por el uso optimo de sus recursos.
Esta lógica considera que en las empresas estatales los intereses del dueño, es decir de todos los ciudadanos, está mediada por actores que introducen sus propios intereses y desintereses en las decisiones, conduciendo a resultados que son sub óptimos para la empresa y para el país.
Otros aborrecen la idea de una privatización e impulsan que el Estado le otorgue el financiamiento a la empresa, ya que esta es de todos los chilenos y porque, además, ha logrado aportar mas de cien mil millones de dólares al Estado en sus casi 40 años de existencia. Hay muchos que piensan, sin embargo, que podría haberlo hecho mejor.
Hay sectores, que incluso llevan su argumento a exigir que las grandes empresas mineras privadas sean nacionalizadas porque estarían “saqueando” a Chile, exportando nuestra riqueza y dejándonos solamente el hoyo.
La encuesta Minerobarómetro indica que cerca del 80 % del país no quiere que Codelco se privatice, y que más de la mitad de los chilenos piensan que habría que nacionalizar las mineras privadas. Sin embargo a la hora de preguntar en que se debe gastar los recursos del cobre cuando estos escaseen, la mayoría del país prefiere un destino social a reinvertirlos en Codelco, ya que “hay” que resolver los problemas ahora. Más aún, cerca de un 60 % de los chilenos están satisfechos con el aporte de la minería, incluida la minería privada, al desarrollo.
Estas preferencias demuestran que no siempre se puede satisfacer las opiniones ciudadanas. No es posible mantener Codelco estatal y al mismo tiempo no autorizar que parte de sus utilidades sean reinvertidas. Y es igualmente imposible nacionalizar la minería privada sin que el Estado gaste o invierta un peso. La falta de reinversión ha hecho fracasar la inmensa mayoría de empresas estatales de recursos naturales a nivel global. Si Codelco fracasa por esta razón, no sería novedoso.
El modelo “minero” chileno, en que una gran empresa estatal coexiste con grandes privadas es único a nivel global, y fue un resultado evolutivo de nuestra historia. También, fue inmensamente virtuoso, porque permitió que Codelco mejorara sus estándares tecnológicos, ambientales, y de gestión, sólo por comparación con sus vecinos, y, al mismo tiempo, posibilitó que las empresas privadas midieran su aporte al Estado en comparación con Codelco. Pero por sobre todo generó equilibrios políticos que habrían sido difíciles de lograr en presencia única de grandes mineras privadas. Por ello es muy importante para el desarrollo de Chile mantener este modelo.
Tras la decisión del Gobierno de capitalizar Codelco con acciones de una fracción de la Ex Disputada de Las Condes, se desató una creciente preocupación por el futuro de la empresa, la que requiere para reinversión cerca de cinco mil millones de dólares de sus propias utilidades en los próximos años.
Hay quienes consideran que la mejor forma de resolver el financiamiento de estas inversiones es privatizar una parte de la empresa, lo que a la vez lograría introducir agentes en su directorio que realmente velarían por el uso optimo de sus recursos.
Esta lógica considera que en las empresas estatales los intereses del dueño, es decir de todos los ciudadanos, está mediada por actores que introducen sus propios intereses y desintereses en las decisiones, conduciendo a resultados que son sub óptimos para la empresa y para el país.
Otros aborrecen la idea de una privatización e impulsan que el Estado le otorgue el financiamiento a la empresa, ya que esta es de todos los chilenos y porque, además, ha logrado aportar mas de cien mil millones de dólares al Estado en sus casi 40 años de existencia. Hay muchos que piensan, sin embargo, que podría haberlo hecho mejor.
Hay sectores, que incluso llevan su argumento a exigir que las grandes empresas mineras privadas sean nacionalizadas porque estarían “saqueando” a Chile, exportando nuestra riqueza y dejándonos solamente el hoyo.
La encuesta Minerobarómetro indica que cerca del 80 % del país no quiere que Codelco se privatice, y que más de la mitad de los chilenos piensan que habría que nacionalizar las mineras privadas. Sin embargo a la hora de preguntar en que se debe gastar los recursos del cobre cuando estos escaseen, la mayoría del país prefiere un destino social a reinvertirlos en Codelco, ya que “hay” que resolver los problemas ahora. Más aún, cerca de un 60 % de los chilenos están satisfechos con el aporte de la minería, incluida la minería privada, al desarrollo.
Estas preferencias demuestran que no siempre se puede satisfacer las opiniones ciudadanas. No es posible mantener Codelco estatal y al mismo tiempo no autorizar que parte de sus utilidades sean reinvertidas. Y es igualmente imposible nacionalizar la minería privada sin que el Estado gaste o invierta un peso. La falta de reinversión ha hecho fracasar la inmensa mayoría de empresas estatales de recursos naturales a nivel global. Si Codelco fracasa por esta razón, no sería novedoso.
El modelo “minero” chileno, en que una gran empresa estatal coexiste con grandes privadas es único a nivel global, y fue un resultado evolutivo de nuestra historia. También, fue inmensamente virtuoso, porque permitió que Codelco mejorara sus estándares tecnológicos, ambientales, y de gestión, sólo por comparación con sus vecinos, y, al mismo tiempo, posibilitó que las empresas privadas midieran su aporte al Estado en comparación con Codelco. Pero por sobre todo generó equilibrios políticos que habrían sido difíciles de lograr en presencia única de grandes mineras privadas. Por ello es muy importante para el desarrollo de Chile mantener este modelo.