Columna publicada en La Tercera, el 31 de octubre de 2014. Ver publicación original.
Recientemente el Presidente del directorio de Codelco dijo que de no prosperar exitosamente las inversiones estructurales de la empresa, está llegaría a su fin en 2030. Estas declaraciones reafirman que dichas inversiones son obligatorias para la supervivencia de Codelco.
La complejidad de estos proyectos introduce una duda razonable sobre la capacidad de la empresa para enfrentarlos en forma simultánea.
La complejidad está dada no sólo porque dichas inversiones son por lejos las de mayor tamaño que una minera enfrenta en forma simultánea a nivel global, sino porque varias de ellas están en el límite del estado del arte, es decir, asumen un alto riesgo tecnológico. Un tercer aspecto es que si bien los proyectos tienen una buena evaluación económica, no admiten grandes contratiempos en su desarrollo. Y, finalmente, las nuevas operaciones requieren competencias nuevas.
Para dimensionar el tamaño, los proyectos estructurales de Codelco cuestan seis veces lo que costó la mina Caserones.
Uno de los riesgos tecnológicos está dado por la minería continua que es tecnología avanzada nunca probada en estas dimensiones, que se instalará en las dos mayores minas subterráneas del mundo.
Ya conocemos los riesgos de las tecnologías de punta, los que quedaron demostrados con las fallas de los mega molinos de Collahuasi y Escondida en la última década. Más recientemente conocimos el defectuoso diseño del mayor tostador del mundo instalado para eliminar el arsénico en la Mina Ministro Hales, y las dificultades del proyecto Nuevo Nivel Mina de Teniente, con la gran presión de roca que se ha generado, y que hay que abordar.
Estos son riesgos que Codelco y otras grandes mineras tienen que asumir fundamentadamente si desean mantenerse competitivos a nivel global.
Hay otros riesgos, que corresponden al ámbito de la gestión, y que es preciso mencionar. El primero: ¿Es la capacidad del equipo humano experto de Codelco suficiente para abordar exitosamente estos cinco proyectos en simultáneo, constituyendo una contraparte efectiva a las empresas externas que desarrollan los proyectos?
Un segundo aspecto a abordar es la transparencia con que se relatan las dificultades técnicas y legítimas que una empresa tiene a nivel operativo e inversional. Esto es válido para las mineras privadas también, y tiene que ver con la información que tienen derecho a conocer los accionistas.
Un ejemplo de mayor transparencia es volver a publicar los indicadores de producción y otros de las minas Radomiro Tomic, Chuquicamata, Mina Sur, y ahora Ministro Hales, en forma individual para cada mina.
Finalmente, el país debiera conocer periódicamente el estatus de los proyectos, con sus indicadores económicos, con los motivo de los retrasos, de los aumentos de costo, no para identificar a los culpables, sino para que la corrección sea oportuna.
Mal que mal, los chilenos somos dueños de esta empresa y nos merecemos saber cómo el gobierno está invirtiendo nuestra plata.
Recientemente el Presidente del directorio de Codelco dijo que de no prosperar exitosamente las inversiones estructurales de la empresa, está llegaría a su fin en 2030. Estas declaraciones reafirman que dichas inversiones son obligatorias para la supervivencia de Codelco.
La complejidad de estos proyectos introduce una duda razonable sobre la capacidad de la empresa para enfrentarlos en forma simultánea.
La complejidad está dada no sólo porque dichas inversiones son por lejos las de mayor tamaño que una minera enfrenta en forma simultánea a nivel global, sino porque varias de ellas están en el límite del estado del arte, es decir, asumen un alto riesgo tecnológico. Un tercer aspecto es que si bien los proyectos tienen una buena evaluación económica, no admiten grandes contratiempos en su desarrollo. Y, finalmente, las nuevas operaciones requieren competencias nuevas.
Para dimensionar el tamaño, los proyectos estructurales de Codelco cuestan seis veces lo que costó la mina Caserones.
Uno de los riesgos tecnológicos está dado por la minería continua que es tecnología avanzada nunca probada en estas dimensiones, que se instalará en las dos mayores minas subterráneas del mundo.
Ya conocemos los riesgos de las tecnologías de punta, los que quedaron demostrados con las fallas de los mega molinos de Collahuasi y Escondida en la última década. Más recientemente conocimos el defectuoso diseño del mayor tostador del mundo instalado para eliminar el arsénico en la Mina Ministro Hales, y las dificultades del proyecto Nuevo Nivel Mina de Teniente, con la gran presión de roca que se ha generado, y que hay que abordar.
Estos son riesgos que Codelco y otras grandes mineras tienen que asumir fundamentadamente si desean mantenerse competitivos a nivel global.
Hay otros riesgos, que corresponden al ámbito de la gestión, y que es preciso mencionar. El primero: ¿Es la capacidad del equipo humano experto de Codelco suficiente para abordar exitosamente estos cinco proyectos en simultáneo, constituyendo una contraparte efectiva a las empresas externas que desarrollan los proyectos?
Un segundo aspecto a abordar es la transparencia con que se relatan las dificultades técnicas y legítimas que una empresa tiene a nivel operativo e inversional. Esto es válido para las mineras privadas también, y tiene que ver con la información que tienen derecho a conocer los accionistas.
Un ejemplo de mayor transparencia es volver a publicar los indicadores de producción y otros de las minas Radomiro Tomic, Chuquicamata, Mina Sur, y ahora Ministro Hales, en forma individual para cada mina.
Finalmente, el país debiera conocer periódicamente el estatus de los proyectos, con sus indicadores económicos, con los motivo de los retrasos, de los aumentos de costo, no para identificar a los culpables, sino para que la corrección sea oportuna.
Mal que mal, los chilenos somos dueños de esta empresa y nos merecemos saber cómo el gobierno está invirtiendo nuestra plata.