Columna publicada en Revista Minería Chilena, el 1 de abril de 2015. Ver publicación original.
Codelco vive los momentos más vulnerables de sus 41 años de historia. Antes los contratistas, y ahora algunos de los supervisores, no han comprendido los delicados tiempos que la empresa tiene por delante.
Con un bajo precio del cobre que podría mantenerse por años, con una deuda creciente y con una producción decreciente, hay pocas opciones para generar el dinero que necesita para operar y seguir invirtiendo. Las inversiones son clave para asegurar el futuro de una empresa fuerte como la que conocimos en el pasado. Esta situación no es ajena a otras grandes mineras. La revista The Economist indicaba recientemente que BHP y Rio Tinto enfrentaban una deuda creciente, la que podría requerir venta de activos y la suspensión de dividendos.
Codelco está en una situación más difícil que BHP y Rio Tinto, y la pregunta es: ¿qué opciones tiene para seguir invirtiendo? Rebajar costos, reducir lo menos posible su producción, aumentar su deuda, vender activos e incorporar capitales privados.
Para reducir costos hay que contener el incremento real de remuneraciones al igual que ocurrió en la crisis asiática. El bono de término de conflicto se llamaba en esa época "Tapaboca", y era una pequeña muestra de reconocimiento. La llegada del súperciclo trajo bonos millonarios como gesto de compartir utilidades, pero ahora estas no existen.
Reducir personal es otra medida que se está llevando adelante, comenzando por los ejecutivos. Mientras mayor sea el aumento real de remuneraciones y bonos, la empresa estará forzada a reducir más su personal. Otra opción es cerrar las operaciones que arrojan pérdidas, como Salvador, o bien cerrar procesos de altos costos en sus grandes minas, esto último al estilo de lo que anunció recientemente Collahuasi.
La mantención de la producción de las operaciones que generan más ganancias -Teniente, Andina y RT- es clave. El retraso en varios años del proyecto Teniente Nuevo Nivel Mina significa que dicha mina disminuiría su producción en forma significativa. Lo mismo ocurriría en Chuquicamata. En total se estima que la empresa reduciría su producción hasta 15% con respecto a 2015.
En las últimas dos décadas la privatización de una parte de Codelco ha sido rechazada por la mayoría de los chilenos, porque la empresa ha sido un éxito, entregando US$ 110 mil millones al Fisco. Este rechazo podría mermar, ya que los éxitos de Codelco serán no tener pérdidas y continuar con sus inversiones. ¿De dónde obtendrá los fondos para esto último? Del Estado, de mayor endeudamiento rebajando su clasificación de riesgo, de la venta de activos, o de la incorporación de capital privado a su propiedad. Todas estas alternativas son altamente complejas, pero hay que adoptar alguna o varias de ellas, ya que detener las inversiones significa la declinación de la empresa. Por ello, grandes bonos otorgados a su personal ahora arrojan por la borda la protección del empleo y acercan peligrosamente a la empresa a una privatización parcial.
Codelco vive los momentos más vulnerables de sus 41 años de historia. Antes los contratistas, y ahora algunos de los supervisores, no han comprendido los delicados tiempos que la empresa tiene por delante.
Con un bajo precio del cobre que podría mantenerse por años, con una deuda creciente y con una producción decreciente, hay pocas opciones para generar el dinero que necesita para operar y seguir invirtiendo. Las inversiones son clave para asegurar el futuro de una empresa fuerte como la que conocimos en el pasado. Esta situación no es ajena a otras grandes mineras. La revista The Economist indicaba recientemente que BHP y Rio Tinto enfrentaban una deuda creciente, la que podría requerir venta de activos y la suspensión de dividendos.
Codelco está en una situación más difícil que BHP y Rio Tinto, y la pregunta es: ¿qué opciones tiene para seguir invirtiendo? Rebajar costos, reducir lo menos posible su producción, aumentar su deuda, vender activos e incorporar capitales privados.
Para reducir costos hay que contener el incremento real de remuneraciones al igual que ocurrió en la crisis asiática. El bono de término de conflicto se llamaba en esa época "Tapaboca", y era una pequeña muestra de reconocimiento. La llegada del súperciclo trajo bonos millonarios como gesto de compartir utilidades, pero ahora estas no existen.
Reducir personal es otra medida que se está llevando adelante, comenzando por los ejecutivos. Mientras mayor sea el aumento real de remuneraciones y bonos, la empresa estará forzada a reducir más su personal. Otra opción es cerrar las operaciones que arrojan pérdidas, como Salvador, o bien cerrar procesos de altos costos en sus grandes minas, esto último al estilo de lo que anunció recientemente Collahuasi.
La mantención de la producción de las operaciones que generan más ganancias -Teniente, Andina y RT- es clave. El retraso en varios años del proyecto Teniente Nuevo Nivel Mina significa que dicha mina disminuiría su producción en forma significativa. Lo mismo ocurriría en Chuquicamata. En total se estima que la empresa reduciría su producción hasta 15% con respecto a 2015.
En las últimas dos décadas la privatización de una parte de Codelco ha sido rechazada por la mayoría de los chilenos, porque la empresa ha sido un éxito, entregando US$ 110 mil millones al Fisco. Este rechazo podría mermar, ya que los éxitos de Codelco serán no tener pérdidas y continuar con sus inversiones. ¿De dónde obtendrá los fondos para esto último? Del Estado, de mayor endeudamiento rebajando su clasificación de riesgo, de la venta de activos, o de la incorporación de capital privado a su propiedad. Todas estas alternativas son altamente complejas, pero hay que adoptar alguna o varias de ellas, ya que detener las inversiones significa la declinación de la empresa. Por ello, grandes bonos otorgados a su personal ahora arrojan por la borda la protección del empleo y acercan peligrosamente a la empresa a una privatización parcial.