Columna publicada en La Tercera, 25 de mayo de 2012.
La renuncia de Hernández a dos años de asumir la presidencia ejecutiva de Codelco nos sorprendió a todos. Fue por motivos personales y está claro que el directorio de la empresa, lejos de pedirle la renuncia, no quería que se fuera. La decisión de que su reemplazante sea Thomas Keller, vicepresidente de Finanzas, entrega una señal de continuidad importante que indica que no hay cuestiones de estrategia en la renuncia.
Hernández se va con la bandera en alto, dejando una empresa sólida y preparada para la carrera que ya comenzó. Hernández renovó el equipo ejecutivo de la compañía, imprimió una visión estratégica de largo plazo con prioridades bien definidas; consiguió el financiamiento de los proyectos de renovación y expansión de Chuquicamata, Radomiro Tomic, Andina, El Salvador y El Teniente. Está a punto de comenzar la mina Ministro Hales. Hernández inició las acciones para recuperar el 49% de la ex Disputada de Las Condes, lo que sigue adelante con fuerza.
Tras varios forcejeos, Hernández logró alinear la nueva estrategia de Codelco con aquella de los trabajadores, ya que estos se dieron cuenta de que sus planes consolidaban la compañía y la hacían más competitiva. Inició las primeras acciones para una expansión internacional, al menos en América Latina. De alguna manera, Hernández le dio un sabor a Codelco de ser una compañía más parecida a las grandes transnacionales en sus métodos y en su mirada, por más que se afirmó su carácter estatal y que casi todos los fondos generados sigan yendo al Estado.Hernández demostró que el nuevo gobierno corporativo de Codelco permite tener un presidente ejecutivo con independencia del gobierno, independencia que es indispensable para que la empresa siga siendo netamente una empresa y no tenga rasgos, aunque sean débiles, de servicio público.
El futuro de la compañía no está asegurado, aunque haya continuidad en los equipos. Los desafíos siguen siendo gigantescos. El reto para el directorio es asegurar la continuidad en este proceso que comenzó Codelco. El reto para el nuevo presidente ejecutivo es imprimir firmeza y, al mismo tiempo, delicadeza a su gestión, no sólo con los agentes internos, sino también con los externos, con los trabajadores, con los contratistas, con el gobierno, con el Parlamento y con otros actores de importancia. Cuando un líder como Hernández se aleja de un cargo, uno puede lamentarse, pero también puede aprovechar las enseñanzas que quedaron para construir el futuro.
Ver columna original publicada.
La renuncia de Hernández a dos años de asumir la presidencia ejecutiva de Codelco nos sorprendió a todos. Fue por motivos personales y está claro que el directorio de la empresa, lejos de pedirle la renuncia, no quería que se fuera. La decisión de que su reemplazante sea Thomas Keller, vicepresidente de Finanzas, entrega una señal de continuidad importante que indica que no hay cuestiones de estrategia en la renuncia.
Hernández se va con la bandera en alto, dejando una empresa sólida y preparada para la carrera que ya comenzó. Hernández renovó el equipo ejecutivo de la compañía, imprimió una visión estratégica de largo plazo con prioridades bien definidas; consiguió el financiamiento de los proyectos de renovación y expansión de Chuquicamata, Radomiro Tomic, Andina, El Salvador y El Teniente. Está a punto de comenzar la mina Ministro Hales. Hernández inició las acciones para recuperar el 49% de la ex Disputada de Las Condes, lo que sigue adelante con fuerza.
Tras varios forcejeos, Hernández logró alinear la nueva estrategia de Codelco con aquella de los trabajadores, ya que estos se dieron cuenta de que sus planes consolidaban la compañía y la hacían más competitiva. Inició las primeras acciones para una expansión internacional, al menos en América Latina. De alguna manera, Hernández le dio un sabor a Codelco de ser una compañía más parecida a las grandes transnacionales en sus métodos y en su mirada, por más que se afirmó su carácter estatal y que casi todos los fondos generados sigan yendo al Estado.Hernández demostró que el nuevo gobierno corporativo de Codelco permite tener un presidente ejecutivo con independencia del gobierno, independencia que es indispensable para que la empresa siga siendo netamente una empresa y no tenga rasgos, aunque sean débiles, de servicio público.
El futuro de la compañía no está asegurado, aunque haya continuidad en los equipos. Los desafíos siguen siendo gigantescos. El reto para el directorio es asegurar la continuidad en este proceso que comenzó Codelco. El reto para el nuevo presidente ejecutivo es imprimir firmeza y, al mismo tiempo, delicadeza a su gestión, no sólo con los agentes internos, sino también con los externos, con los trabajadores, con los contratistas, con el gobierno, con el Parlamento y con otros actores de importancia. Cuando un líder como Hernández se aleja de un cargo, uno puede lamentarse, pero también puede aprovechar las enseñanzas que quedaron para construir el futuro.
Ver columna original publicada.